lunes, 19 de mayo de 2008

Una definición marxista del movimiento estudiantil

Una definición marxista del movimiento estudiantil
(de Revista En Clave ROJA nº12)

Durante el llamado "boom de la posguerra" los estudios universitarios se abrieron para amplios sectores de las clases medias tanto en los países imperialistas como en muchas semicolonias. La matrícula universitaria sufrío en estos años un aumento explosivo. Así se vio alterada la figura de la "pirámide invertida" con la que Lenín había graficado la composición social de los estudiantes universitarios: mientras que en la "pirámide social" había una amplia base de trabajadores y sectores empobrecidos y una pequeña minoría de burgueses en la cúspide lo opuesto puede comprobarse en las universidades, con una mayoría de estudiantes hijos de burgueses y apenas una ínfima minoría de hijos de trabajadores. Con la apertura de las universidades públicas a vastos sectores de las clases medias (proceso que se explicaba por la mayor necesidad de capacitación técnica e intelectual requerida por la producción capitalista de la época, incluyendo la capacidad de una numerosa burocracia que acompañó el crecimiento de las funciones del estado) en vez de una "pirámide invertida" la composición estudiantil puede graficarse en la figura del rombo: en sus extremos una minoría de trabajadores y de hijos de burgueses (que en general se forman en establecimientos privados de élite) y una amplia presencia de las clases medias en el centro. La clase obrera seguía siendo la gran ausente en las universidades. Como graficaron los estudiantes del Mayo Francés del '68: "en las cárceles 95% de hijos de obreros, en las universidades 5%".

Es bajo estas condiciones de composición sociológica del estudiantado, que los marxistas hemos adecuado la definición del movimiento estudiantil realizada por los marxistas clásicos. Estos habían señalado, debido al ejercicio en su actividad peculiar del pensamiento abstracto, el carácter sensible a las cuestiones centrales que atraviesan la sociedad del movimiento estudiantil; también habían señalado como los estudiantes tendían a expresarse como "caja de resonancia" de los distintos sectores en donde este era reclutado. Con la ampliación de la base social del estudiantado universitario nuestra definición incorpora que los estudiantes pueden actuar como caja de resonancia no sólo de los sectores donde es mayoritariamente reclutado (en la actualidad las capas medias) sino de las contradicciones de clase que atraviesan al conjunto de la sociedad. Esto implica que, en ciertas circunstancias, sectores importantes del estudiantado universitario pueden radicalizarse y jugar un papel clave en desarrollar la movilización progresiva de las masas estudiantiles para llevarlas hacia la unidad con el movimiento obrero.

En la actualidad incluso, el hecho que en muchas universidades -debido al proceso de asalarización de las clases medias- sean numerosos los estudiantes que trabajan y en que la política de la burguesía es la restricción del acceso a los estudios superiores y la creciente "mercantilización" de las universidades públicas, las luchas reivindicativas contra estas medidas recomendadas por el Banco Mundial dan lugar a movilizaciones progresivas de los estudiantes que los enfrentan a los mismos que imponen planes de hambre y miseria a los trabajadores y dan bases objetivas a que este actúe como aliado del movimiento obrero en su lucha contra la explotación capitalista.

La radicalización estudiantil de fines de los '60 y los '70 y la apatía de los '80

A fines de la década del '60 y principios de la del '70 en numerosos países los estudiantes universitarios estuvieron en la primera fila (y en muchos fueron anticipo y/o detonante) del ascenso obrero y popular que, con un contenido antimperialista, antiburocrático y anticapitalista, atravesó prácticamente los cinco continentes atacando tanto al imperialismo como al stalinismo. En estos años la radicalización estudiantil tuvo causas políticas y estructurales. Por un lado, las luchas antimperialistas eran vistas con simpatía por los estudiantes de los países imperialistas, que empezaban a movilizarse especialmente alrededor de la guerra de Vietnam. Junto con esto, comenzaba el agotamiento del "boom" económico de los años anteriores: muchos estudiantes veían negro su futuro y pasaban del "cuestionamiento de la universidad de clases al cuestionamiento de la sociedad de clases". En Latinoamérica los estudiantes estuvieron presentes en grandes acciones de la lucha de clases del período. En Argentina, con las movilizaciones contra la dictadura de Ongañía y su confluencia con la clase obrera en el Cordobazo y otras grandes acciones obreras. En México, siendo masacrados en la Plaza Tlatelolco cuando reclamaban por la libertad de presos obreros. En Chile, siendo parte de la movlización obrera y popular que vio en la formación de los cordones industriales su punto más alto de organización obrera y en Bolivia, formando parte los estudiantes de la Asamblea Popular y realizando la llamada "revolución universitaria".

Sin embargo, luego que este ascenso fuese contenido (gracias al stalinismo, la socialdemocracia y las direcciones nacionalistas burguesas y pequeñoburguesas) mediante concesiones en los países imperialistas y represión sangrienta en la periferia, salvo alguna excepción parcial como Corea del Sur, el movimiento estudiantil no volvió a jugar semejante papel. En los '80 el movimiento estudiantil acompañó en general el retroceso que sufrió el movimiento obrero a nivel mundial durante el reinado del llamado "reaganismo-thatcherismo", estando caracterizado por un esceptismo y un individualismo generalizados. En el cono sur los estudiantes sólo despertaron durante las movilizaciones antidictatoriales de principios y mediados de los '80, aunque en forma completamente subordinada a la política de los partidos burgueses y reformistas. Luego de agotadas las ilusiones más ingenuas en la "democracia" la apatía fue la característica más general de los estudiantes de la región durante la primera mitad de los '90, con la salvedad de las movilizaciones que llevaron a la caída de Collor de Mello en Brasil. En que esta situación fuese así no fue un elemento menor el enorme bombardeo ideológico lanzado por el imperialismo a la caída de los regímenes stalinistas de Europa del Este y la ex URSS, del que la intelectualidad académica fue una de sus principales propulsores, decretando nuevamente en esos años (y van...) "la muerte del marxismo".

El movimiento estudiantil argentino luego de la caída de la dictadura

Este proceso tuvo su correlato en nuestro país. Los actuales centros y federaciones de estudiantes universitarios resurgieron a la caída de la dictadura militar. Los estudiantes universitarios fueron parte importante de las movilizaciones antidictatoriales y del movimiento de derechos humanos. Los partidos políticos se nutrieron de una nueva militancia que surgía en medio del derrumbe dictatorial. Esta nueva generación nació imbuída de ilusiones en la democracia burguesa y fue base fundamental para la reconstitución de los partidos burgueses y reformistas que se encargaron de que las movilizaciones antidictatoriales fuesen conducidas hacia la instauración de un régimen democrático burgués completamente subordinado al imperialismo. La "multipartidaria" (compuesta por el Partido Justicialista, la Unión Cívica Radical, el Partido Intransigente, el Movimiento de Integración y Desarrollo y el Partido Comunista) dio su sostén al gobierno de Bignone y le permitió a los militares mantenerse en el poder un año más organizando su retirada (destrucción de archivos incluída). La Franja Morada, corriente universitaria del radicalismo, se transformó en la principal corriente juvenil que capitalizó el ascenso del alfonsinismo, acompañada por el apoyo dado a Alfonsín por parte de una legión de intelectuales con pasado izquierdista que acababan de descubrir las virtudes de la "democracia a secas" y renegaban de su pasado setentista al calor de la repugnante "teoría de los dos demonios". Los radicales junto con la Juventud Intransigente, la Federación Juvenil Comunista y la Juventud Peronista fueron los principales animadores poco después de asumido el gobierno radical del "Movimiento de las Juventudes Políticas" donde las corrientes reformistas y burgueses se aseguraban evitar cualquier desborde de la nueva militancia juvenil, fundamentalmente universitaria. A su izquierda, como extrema izquierda de este proceso se ubicaba la Juventud Socialista del MAS, que alcanzaría su principal desarrollo luego de 1985, fundamentalmente en la UBA y La Plata, pero con menor peso superestructural.

Luego de una lucha inicial por el ingreso irrestricto, con la normalización del régimen universitario en base a estatutos profundamente antidemocráticos, los centros y federaciones fueron sufriendo un proceso de creciente burocratización conforme las ilusiones de la nueva militancia eran despejadas por la realidad de la política del gobierno radical. Con la "democracia se come, se cura y se educa", decía Alfonsín en sus discursos. Con la "democracia se paga al FMI, se hambrea a los trabajadores y se pacta la salvación de los genocidas", dice la realidad de lo hecho en esos años. Sin embargo, pese al desprestigio que iba sufriendo el gobierno radical no sólo entre los trabajadores que hicieron trece paros generales en su contra sino también en buena parte de su base social a partir de la aprobación de las leyes de obediencia debida y punto final, los radicales se las arreglaron para desplegar un amplio aparato de control de las universidades y del movimiento estudiantil. Los centros de estudiantes fueron crecientemente burocratizados a partir de los rentados de las secretarías de apuntes y bares, y sus negocios se ampliaron hasta hacerse fuente de suculentos ingresos en el caso de las facultades multitudinarias. Junto con esta burocracia estudiantil se estructuró una fuerte burocracia académica, con los rectores y decanos en su cúspide, que agrupa a las distintas camarillas profesorales y goza de múltiples prebendas y negociados. Esto mientras bajo el gobierno radical comenzaba la política de ahogo presupuestario a las universidades que sufrió un primer rechazo masivo en 1987 cuando los docentes universitarios realizaron un histórico paro de casi dos meses de duración, del que fue un subproducto el desarrollo de la CONADU (Confederación Nacional de Docentes Universitarios). Un año antes de esta huelga docente había tenido lugar el enfrentamiento por parte de los estudiantes, que habían realizado movilizaciones exigiendo la moratoria de la deuda externa. Con ellas prácticamente se agota el movimiento estudiantil surjido con la caída de la dictadura, sin haber logrado retomar la continuidad con lo mejor de las tradiciones forjadas en el período revolucionario que va del Cordobazo al golpe genocida del '76.

La situación no sufrió ningún cambio trascendental con el ascenso al gobierno de Menem, aún cuando de "oficialista" la universidad se ubicó en la política nacional como parte de la variante burguesa "opositora". Así como el peronismo había utilizado durante el gobierno radical su control de la burocracia sindical para llevar el descontento obrero tras sus candidatos, los radicales utilizaron al estudiantado universitario como base de sus maniobras políticas. En base al control de los centros y federaciones los radicales mantuvieron aún en los períodos de mayor hundimiento del radicalismo (como luego de la firma del pacto de Olivos que permitió la reelección de Menem) un reinado sobre un estudiantado universitario caracterizado por su pasividad. Hay otros dos factores que explican esta situación. En primer lugar, la mayoría de los estudiantes universitarios fueron parte, aún reclamándose mayoritariamente "antimenemistas", de la base social del régimen durante los años del cavallismo. En los últimos años del gobierno de Alfonsín y el primer gobierno menemista se fortalecieron incluso agrupaciones de la derecha liberal, que ganaron el control de varios centros de estudiantes, la principal de las cuáles fue la UPAU. Era una clara expresión del pase a la derecha de importantes sectores de las clases medias que fueron base social clave para las privatizaciones llevadas adelante por el gobierno de Menem. En segundo término, la pasividad estudiantil también se explica porque la burguesía fue por demás cuidadosa en no enfrentar directamente a los estudiantes. Los proyectos de arancelamiento nunca pasaron a los hechos. Precisamente el discurso de la burocracia estudiantil se apoyó siempre en presentarse como la garantizadora de la gratuidad de los estudios universitarios. Mientras tanto, pese a no plantearse el arancelamiento directo, distintas medidas fueron tomadas para avanzar en la elitización de las universidades públicas y en su subordinación a las necesidades directas de los monopolios (FOMEC, pasantías, venta de servicios, etc.). A su vez la situación de ahogo presupuestario provocó un deterioro creciente de las condiciones de estudio y magros salarios a docentes y no docentes. La burocracia académica fue crecientemente haciéndose defensora abierta de las medidas recomendadas por el Banco Mundial para las "casas de estudios superiores", que sugerían limitar las matrículas, incorporar el arancelamiento y lograr recursos en base a la venta de recursos a terceros. No casualmente muchos de los "arquitectos" de estos planes y políticas fueron los que diseñaron el "modelo chileno" universitario, completamente limitacionista y mercantilizado, primero por la dictadura pinochetista y luego por sus sucesores de la Concertación. En nuestro país esta política se vio plasmada en la sanción en 1995 de la Ley de Educación Superior, correlato universitario de la Ley Federal de Educación aprobada dos años antes luego de masivas movilizaciones en su contra. La aprobación de estas leyes fue exigida por el Banco Mundial como requisito para otorgar una serie de préstamos. Con la sanción de esta ley y otros reglamentos complementarios (incentivos, becas FOMEC, etc.) la burocracia de los funcionarios universitarios y la élite de los profesores consiguió una serie importante de prebendas mientras se acentuaba las condiciones deplorables de trabajo y salario de la mayoría de los docentes universitarios y, aún en mayor medida, de los trabajadores no docentes.

En el terreno ideológico fueron años de reacción completa, donde el posmodernismo fue ganando terreno en las ciencias sociales y donde el marxismo prácticamente desapareción de las aulas universitarias.

Desde mediados de los '90: un punto de inflexión en la situación del movimiento estudiantil a nivel internacional

Desde mediados de los '90 es posible que estemos asistiendo a nivel internacional a un cierto punto de inflexión en la situación del movimiento estudiantil. En 1995 una importante agitación universitaria precedió a la gran huelga general de 25 días de los trabajadores de los servicios públicos en Francia. En este mismo país, en 1998, fueron esta vez los estudiantes secundarios los que protagonizaron grandes movilizaciones contra los planes del Ministro de Educación, el "socialista" Allegre. Ya nos hemos referido al papel jugado por estudiantes en las movilizaciones ecuatorianas. En Argentina, en 1995, se produjo la movilización más importante en décadas contra la aplicación de la Ley de Educación Superior, y en 1998 los estudiantes secundarios de la provincia de Neuquén realizaron una ocupación masiva de colegios en contra de la aplicación en la provincia de la Ley Federal de Educación. En Chile, en 1997, los estudiantes también salieron masivamente a la calle como no se los veía desde las movilizaciones contra la dictadura. Ese mismo año protagonizaron una ocupación generalizada de colegios (liceos) los estudiantes uruguayos reclamando decidir ellos los lineamientos de una proyectada reforma escolar. Venezuela y Corea del Sur también vieron importantes movilizaciones estudiantiles. Lo mismo ocurrió en varios países africanos. En este sentido puede decirse que, aún limitada y episódicamente, el movimiento estudiantil mostró una tendencia a anticipar (y en ocasiones a acompañar) las muy importantes luchas que los trabajadores y otros sectores oprimidos (como el campesinado latinoamericano) dieron en numerosos países durante los años previos al estallido de la crisis capilatista, período que hemos denominado de "contraofensiva obrera y popular".

Como respuesta a la crisis capitalista existe un incremento en la combatividad y emergencia del movimiento estudiantil. El punto más alto ha sido sin duda Indonesia, donde las combativas movilizaciones de los estudiantes contra Suharto fueron el detonante del proceso de grandes acciones de masas que culminaron en la caída del dictador. Las movilizaciones de los estudiantes en varios países latinoamericanos hay que verlas como parte de este nuevo proceso. Posiblemente no sólo expresen la resistencia que hoy están dando sectores amplios de las clases medias urbanas y rurales y trabajadores estatales a los planes del FMI sino que estén anticipando la emergencia de una nueva oleada de luchas obreras en la región. Políticamente, este anticiparse del movimiento estudiantiles a procesos sociales más generales, se expresa en el repudio que en grandes sectores de los estudiantes han recibido no sólo los partidos gobernantes sino incluso los que se presentan como "opositores" pero sostienen la misma política de sometimiento al FMI y a las patronales nativas. En Argentina, donde las universidades son manejadas por la Alianza, es donde más se desarrolló una vanguardia de oposición a las direcciones oficialistas del movimiento estudiantil. En México, aunque el PRD ha logrado retener la dirección del movimiento, ha tenido que vérselas con una importante oposición estudiantil. En Chile, es el PC el que parece capitalizar el desprestigio de la gobernante Concertación.

También es importante que en el terreno ideológico viene dándose desde el comienzo de la crisis capitalista una reversión del triunfalismo que había caracterizado el discurso burgués y un cierto resurgir del interés por las ideas marxistas. Han sido expresión de esto la repercusión que en la Argentina han tenido las "Cátedras libres", tanto la "Che Guevara", organizada por corrientes populistas, y la "Karl Marx", impulsada por En Clave ROJA, a las asistieron durante 1998 miles de estudiantes en todo el país. Posiblemente un proceso similar se esté dando entre el activismo de la huelga estudiantil mexicana, que en su lucha ha retomado todo el simbolismo de las movilizaciones de 1968 y del cual la prensa burguesa comenta que tiene una avidez política inusitada.

Las movilizaciones contra la ley de educación superior en Argentina: un antecedente de las actuales tendencias a la autoorganización estudiantil

En nuestro país, el proceso de sanción de la Ley de Educación Superior en 1995 marcó un punto de inflexión en las movilizaciones estudiantiles que se habían desarrollado desde la caída de la dictadura. Rutinariamente una vez al año las federaciones nacionales convocaban a una movilización por el aumento del presupuesto con el sólo fin de decir a fin de año que algo habían tratado de hacer. La enorme masividad y combatividad que tuvieron las movilizaciones de 1995 superaron todos los cálculos y dieron lugar por primera vez en años al surgimiento de una voz alternativa entre los estudiantes a la de la burocracia estudiantil de la Franja Morada. Las marchas y tomas habían comenzado poco antes de las elecciones presidenciales que dieron su segundo mandato a Menem sobre el candidato del Frepaso, Octavio Bordón, pero se generalizaron luego de estas ante la inminencia de la votación de la ley. El gobierno estaba envalentonado por el triunfo electoral y la oposición de los rectores y de la dirección radical de las federaciones no era por el contenido de la Ley sino porque el gobierno no quería "consensuar". La movilización tuvo su punto de inflexión cuando miles de estudiantes de la ciudad de La Plata, a partir del aviso de que se trataría la ley, coparon la estación de trenes y se dirigieron a rodear el Congreso Nacional con el fin de no dejar pasar a los diputados. Después del mediodía se fueron sumando estudiantes de las facultades de la UBA. Ese miércoles la ley no pudo ser tratada y los estudiantes, habiendo radicalizado sus métodos, lograron un triunfo parcial. Era el cuestionamiento directo a uno de los poderes del Estado. Por su parte, la protesta se nacionalizó con marchas significativas en varias provincias. En Neuquén la lucha se radicalizó realizándose una toma activa en contra de los designios de las autoridades universitarias locales, que duró algunas semanas.

Mientras el gobierno anunciaba que el miércoles siguiente la ley se iba a tratar cueste lo que cueste, la FUA controlada por los radicales convocaba a movilizaciones en todo el país, pero aclarando que ellos estaban en contra de no dejar sesionar al Parlamento. En esa semana fue comenzando a desarrollarse en varios lugares del país una oposición a la dirección de la Franja Morada, que se concentró y expresó más a fondo en los centenares de activistas que, nuevamente en su gran mayoría venidos de La Plata, impedían el paso de los diputados y transeúntes en los alrededores del Congreso para repetir lo hecho una semana antes. Mientras los dirigentes de la FUA y la FUBA decían por radio y televisión que ellos llamaban a dejar que el parlamento sesione, estudiantes de La Plata y la UBA hacían cordones al grito de "no van a pasar" e increpaban a los diputados que intentaban ingresar al Congreso. Finalmente el Congreso logró quórum (los diputados lograron acceder por entradas aledañas más o menos escondidas) y mientras sesionaba más de 30.000 estudiantes marchaban en ronda alrededor del Congreso. Alrededor de las 19hs. la dirección de la columna se encaminó hacia el Ministerio de Educación, logrando sacar de los alrededores del Parlamento a la mayoría de los manifestantes. Mientras por radio se anunciaba que los diputados acababan de aprobar la Ley. Cientos de estudiantes volvieron furiosos al Congreso y empezaron a apredrearlo con el apoyo de miles que gritaban contra la tración de los dirigentes de la FUA. "La FUA chamuya, los estudiantes luchan", era el grito que brotaba de las gargantas de los estudiantes más combativos. Ocho estudiantes fueron detenidos y el gobierno lanzó una campaña contra "los violentos", a la que se sumó el presidente de la FUA, Nieto, que dijo tener los videos con los que habían tirado piedras y que estos eran "infiltrados". Estos acontecimientos precipitaron el desarrollo de una oposición a la burocracia. A la semana había convocada una marcha nacional universitaria donde la FUA, con el apoyo del CTA y los parlamentarios radicales y del Frepaso, quería ponerle moño a la traición. En los días previos en la UBA, en Sociales, Filosofía y los CBC's se fue nucleando la oposición tras la consigna de "Nieto botón, libertad a los compañeros". En la Marcha nacional de hecho confluyeron los embriones de oposición a la Franja Morada que habían surgido en distintos lugares del país. Pese a que el escenario impedía el paso de los estudiantes hacia Plaza de Mayo, miles hicieron un rodeo y se colocaron detrás del palco, llenando de huevazos a Nieto mientras hacía su discurso. En Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, se improvisó una asamblea por la que se convocó a un "Encuentro de Estudiantes Combativos" en Córdoba para el 8 de julio. Los medios se tuvieron que hacer eco por primera vez de que entre los estudiantes no todo era "color morado".

El "encuentro de Córdoba" reunió más de 1000 estudiantes de todo el país, pero al realizarse sobre el cierre del cuatrimestre, en medio de los exámenes parciales de fin de cursada, y luego que en Córdoba se instalara una situación reaccionaria con la virtual militarización de la provincia tras las violentas manifestaciones que llevaron a la renuncia de Angeloz, expresó principalmente al activismo de las tendencias de izquierda (con la obvia excepción de la CEPA que en el '95 también se ubicó del lado de la burocracia de la FUA y no concurrió a Córdoba). Pese a esto era un importante oportunidad para sentar un organismo alternativo a las federaciones manejadas por la burocracia estudiantil, que abortó gracias a la política de las corrientes como Venceremos y el MST que querían que el encuentro no sea más que un episodio y poder dedicarse a formar "listas opositoras" en el segundo cuatrimestre.
Estando muchos estudiantes que fueron protagonistas de estas movilizaciones aún en los cursos, la continuidad en las últimas movilizaciones de los procesos preanunciados en 1995 es enormemente sintomática.

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