viernes, 13 de junio de 2008

Boletín de discusión de En Clave ROJA

UN NUEVO "PUERTO MADERO" SOBRE LAS RUINAS DEL HOSPITAL

Mauricio Macri anunció hace semanas su “Reforma del Modelo de Atención de la Salud Mental”: "queremos que se garantice la dignidad de todos y respete los derechos humanos (…); este modelo está agotado (…) se habla de estos centros como si hubiese una cárcel adentro", dijo, y a renglón seguido anunció el cierre de los hospitales neuropsiquiátricos públicos más importantes de la Ciudad de Buenos Aires: el Borda, el Moyano y el Tobar García. El hipócrita anuncio de construcción de 10 hospitales con 48 camas cada uno (es decir, 480 camas para un total de más de 3000 pacientes que permanecen internados en esos nosocomios), ya dejaba entrever entonces cuál era el verdadero “nuevo Plan de Salud Mental” que pretendía imponer. Sin embargo, la utilización de argumentos “progres” para implementar finalmente una resolución reaccionaria no alcanzó para ocultar que el uso del discurso desmanicomializador tenía el claro objetivo de esconder importantes negocios inmobiliarios en la zona de Barracas, donde hace un tiempo comenzaron a construirse costosos edificios y a venderse a altos precios lotes cercanos a la zona. Como denunciaron los trabajadores del sector, el proyecto del macrismo aspira, en fin, a poner en pie un nuevo "Puerto Madero" sobre las ruinas del hospital. A pesar de los gestos del macrismo para dar a entender que retrocedería en su plan, los acuerdos firmados hace semanas entre el gobierno nacional y el porteño para desarrollar vastos planes de obras públicas no dejan lugar a dudas. Más allá de las ilusiones de algunos sectores, no podemos depositar nuestra confianza en una gestión que, diciéndose “PRO”, no hace más que profundizar sus ataques contra la salud, la educación y las condiciones de trabajo.

También bajo el gobierno de Kristina venimos viendo los golpes sistemáticos a la salud y la educación: el vacío presupuestario, los graves problemas edilicios y la ausencia de insumos son sólo la fachada que hoy cubre a los hospitales y casas de estudios. Se vistan de “nacionales y populares” o de “PRO”, lo que queda claro es que para estos continuadores de la política neoliberal, la Salud Mental debería quedar en manos de las clínicas privadas y la industria farmacológica, para avanzar así en una cada vez mayor mercantilización de la salud que transforme los hospitales públicos en nuevos medios para la obtención de las ganancias empresariales.

Por eso, fiel a la lógica neoliberal, el PROyecto del neo-menemista Macri apunta, ni más ni menos, a profundizar la política privatizadora de lo público y la segregación y marginación de lo que no es rentable, escondiéndose tras la fachada (PROgre) de "mini Bordas", casas de medio camino, hogares sustitutos, y muchos otros espejitos de colores, bajo el amparo de la ley de Salud Mental 448.


Macri, ¿el gran desmanicomializador?



La ley 448, fue sancionada por el ibarrismo y defendida por el progresismo como un importante paso hacia la desmanicomialización: un gran avance –decían- para terminar, entre otras cosas, con las llamadas instituciones totalitarias. Paradójicamente, lo que nadie señaló es la gran contradicción que la normativa – no ingenuamente-, sostiene. Para poder llevar adelante un “nuevo modelo” orientado a la externación y los tratamientos ambulatorios, la ley plantea como imperiosa la integración -en un sistema único de Atención en Salud Mental- de los subsectores en que hoy se divide la atención (estatal, obras sociales y privado), planteando al mismo tiempo su necesaria coordinación en redes. Sin embargo, lo que nadie dice es que la gran mayoría de las instituciones alternativas a los manicomios centrales, claves en este proceso de externación y atención, se concentran en manos de instituciones privadas. Es decir, la propuesta –en realidad- consiste en un avance privatizador a través de la integración de la atención estatal con la atención privada y el subsidio de ésta última -o bien su tercerización- por parte del presupuesto público. En otras palabras, el gran negocio que esto genera para los “empresarios de la salud” estará garantizado plenamente por el Estado. ¡Un verdadero guiño para las entidades que lucran con la “industria de la locura”!

En realidad, aunque haya quienes prefieran ocultarlo, el empresario Mauricio Macri vino a imponer en la ciudad la agenda neoliberal de sus antepasados, para profundizar aun más el proceso de descentralización, tercerización y precarización laboral que delineó el imperialismo y que comenzó a implementarse con la última dictadura militar.


Para el gobierno nacional: ¿siguen sobrando psicólogos?


Las tristes afirmaciones que en su momento hizo el ex ministro de salud Ginés García fueron muy gráficas para expresar la verdadera política del kirchnerismo para la Salud Mental. Mientras vemos profundizarse cada día no solo las terribles condiciones edilicias del Borda, el Moyano y otros tantos hospitales públicos, sino también la situación de hacinamiento que viven los pacientes, los salarios de hambre que reciben los/as trabajadores/as de la salud o la situación que hace tiempo denuncian los/as pasantes y concurrentes, cuyo trabajo gratuito se ha convertido en un pilar clave para garantizar el funcionamiento del hospital, la plata que se concentra en las arcas del Estado son dirigidas sistemáticamente a pagar la deuda externa, a subsidiar grandes empresas o comprar la voluntad política de gobernadores, intendentes y funcionarios. El demagógico discurso de Kristina sobre la “redistribución de la riqueza” no alcanzó para ocultar lo que su hipocresía destila: con sus anuncios, en realidad, busca terminar con la disputa que hace meses mantiene con los capitalistas del campo, disputa que tiene como médula espinal la pelea por cómo habrán de redistribuirse (entre ellos) la riqueza que producen los y las trabajadoras antes que la crisis internacional golpee de lleno nuestra economía.

El complejo problema de los destinos de la caja estatal es aún más profundo y, en el sector de la salud, sus consecuencias se conocen bien: extreman mucho más el padecimiento de lo/as pacientes, tanto como las terribles condiciones laborales impuestas a los trabajadores de la salud, entre otras cosas. Con un enfermero cada 50 pacientes ¿es posible llevar adelante un tratamiento que no sea el empastillamiento continuo? ¿Es posible garantizar condiciones de higiene y bienestar sin el personal y la capacitación necesaria para hacerlo? Por lo demás, el reservorio de “locos” y cuerpos improductivos en que se ha convertido a los neuropsiquiátricos significa un gran negocio para burócratas y profesionales corruptos que gozan además de las garantías del aparato político para protegerse, y esto no es nuevo. Hace una década la Dra Giubileo denunció las calamidades ocurridas en la colonia Montes de Oca y fue desaparecida por estas redes de tráfico de órganos. Hoy en día sigue siendo de público conocimiento la desaparición de personas para este negocio o incluso la explotación sexual de las internadas en los alrededores mismos del hospital Moyano. Frente a esta insostenible realidad, exigimos:



NO al cierre del Borda y el Moyano. NO a los manicomios. Que los edificios se conviertan en hospitales generales con servicios de salud mental de calidad.


Contra la privatización de los predios públicos. Aumento YA de presupuesto en base al no pago de la deuda externa, para abrir consultorios externos en los barrios, subsidiar a las familias con pacientes a cargo y desarrollar la capacidad de investigación de la Universidad Pública.


Incorporación del personal necesario con un salario mínimo igual a la canasta básica familiar indexado de acuerdo al aumento de la inflación, y con plenos derechos laborales. Basta de precarización y trabajo gratuito. Nombramiento de todos los concurrentes.


Nacionalización de los grandes laboratorios farmacológicos bajo control de los trabajadores.


Basta de favorecer a los empresarios de la salud y burócratas corruptos. Por un sistema de salud único, estatal, público y gratuito bajo administración de los trabajadores y usuarios. Por un proyecto de Salud Mental debatido en asambleas de pacientes, trabajadores y profesionales de la Salud.



¿POR QUÉ EXISTEN LAS INSTITUCIONES DE ENCIERRO? UNA POLÉMICA NECESARIA EN LA FACULTA DE PSICOLOGÍA.


A pesar de ser la Faculta de Psicología una de las principales instituciones formadoras de profesionales de la Salud Mental, bajo la aprobación de la decana Sara Slapak y el silencio de quienes incluso posan, a veces, de opositores/as dentro del régimen, ningún debate público tuvo lugar desde que Macri anunció sus planes.

Sin embargo, parece que nada conmovió a los viejos ideólogos lacanianos (cuya religiosidad es incuestionable) que quieren posar de “neutrales” y al mismo tiempo sostener, casi como quien no quiere ver la realidad, la legitimidad de la reclusión manicomial, aportando una consistente justificación –"científica"- para el encierro del enfermo y el despojo de todos sus derechos. Docentes como Shejtman, Rabinobich, Laznik, entre otros, queriéndose esconder tras las banderas de "la singularidad" y la lucha contra el avance de las neurociencias, anulan desde el inicio la posibilidad de acabar con el padecimiento psíquico cuando sentencian la "irrecuperabilidad" de aquellos "no están atravesados por la Ley". En el mejor de los casos “solo es posible posicionarse mejor ante una estructura, de corte universal y ahistórica, pero jamás será posible su transformación”, escuchábamos decir a un docente al pasar por su curso llamando al debate.

En la otra tribuna, referentes como Stolkiner o Zaldúa llegan a cuestionar el carácter de encierro inherente a estas instituciones, dejando incluso entrever –aunque a nuestro juicio tímidamente- su oposición a los proyectos psiquiátrico-manicomiales y a las teorizaciones que sostienen la sobredeterminación de la enfermedad mental. Sin embargo, a la hora de pensar en su superación queda claro cuáles son los límites que estos sectores encuentran, cuando plantean el debate en términos de "transformar" o "mejorar" las condiciones del sistema de salud, poniendo el acento –de nuevo en el mejor de los casos- en el desarrollo de experiencias desmanicomializadoras y/o desinstitucionalizadoras, imposibles, por lo demás, de llevar adelante hasta el final de la mano de un sistema para el cual tales instituciones constituyen un pilar fundamental (ver recuadro).

Lo más preocupante de todo esto es que, frente a la necesidad de terminar con las "instituciones totales", nadie intente y mucho menos denuncie, cómo, porqué y para qué, estas instituciones han sido puestas en pié y sostenidas por el Estado de los ricos y de los poderosos, es decir, el llamado "poder hegemónico". Progres y reaccionarios coinciden, en definitiva, en silenciar el lugar de las instituciones manicomiales como herramientas para el ejercicio de poder de las clases dominantes, asegurando el encierro a quienes no se adapten o a quienes se rebelen a las condiciones impuestas por el sistema capitalista. Desde En Clave ROJA insistimos: desenmascarar los pilares que históricamente sostuvieron las políticas de encierro sigue siendo una tarea de primer orden a la que pretendemos contribuir. Para dar esta pelea es necesario contar con una herramienta política que nos permita que sean cientos de compañeros y compañeras los que alcen su voz: necesitamos un CEP que se llene de contenido con su participación. Un Centro democrático y para la lucha que nos permita, finalmente, sentar las bases para un verdadero movimiento estudiantil, que una su lucha a la de cientos de trabajadores/as de la Salud que hoy pelean por mejores condiciones de trabajo y contra el cierre de los Hospitales neuropsiquiátricos, avanzando en poner todo nuestro conocimiento a su servicio.
Un verdadero movimiento estudiantil que enfrente a las camarillas que gobiernan nuestra facultad, que hace años avanzan en la elitización de la formación, la privatización encubierta a través de los postgrados y el alejamiento de toda problemática social de los muros de la academia.

Pongamos en pie un verdadero centro de estudiantes que plantee:


¡Basta de posgrados arancelados y limitacionismo!

¡Basta de pensamiento único!
Por una universidad al servicio de los trabajadores y el pueblo.



Cárceles y manicomios


Son (y fueron desde su origen), establecimientos totalitarios erguidos para regular cada aspecto de la vida de las personas, cumpliendo con el importante papel de reprimir y esconder aquello que ponga en cuestión las normas morales y la conducta no adaptada a los requerimientos del orden social capitalista. Las viejas definiciones de "salud/enfermedad" y de "normal/patológico", no hicieron más que colaborar en los axiomas de proyectos encaminados, a veces de manera enmascarada y otras directamente, a desterrar "el mal", "la locura" y, también, la "delincuencia" y la "subversión". El Estado y las instituciones que llevan adelante estos proyectos asumen la forma política y la correa ideológica que adquiere la dominación económica de las clases dominantes sobre los trabajadores y sectores populares, garantizando y naturalizando la explotación de la fuerza de trabajo como si esta fuera una mercancía más. Las relaciones sociales que impone el capitalismo son la verdadera fundamentación sobre la que se asientan las condiciones para el padecimiento y la miseria psíquica, a través de la alienación que genera un mundo signado por el mandato de adaptarse a los aumentos constantes en los ritmos de producción, a una desigualdad enorme entre un pequeño sector que acumula grandes riquezas mientras miles de millones viven en la indigencia, a relaciones sociales basadas en el mercado y el éxito individual. En Argentina por ejemplo, luego de la dictadura militar y con el avance del neoliberalismo (y por ende del capital) el número de internaciones se incrementó y muchos externados en los años ‘80, se vieron imposibilitados de continuar los tratamientos, por no conseguir trabajo y caer en la pobreza o estar en situación de calle, retornando a los manicomios. Al mismo tiempo, cobraron impulso las clínicas privadas, las prepagas, los seguros de salud y creció vertiginosamente la medicalización de salud mental, gran negocio de los laboratorios psicofarmacológicos, favorecido enormemente –desocupación de por medio- en los 90. Ahora, en pleno siglo XXI, los "ataques de pánico" tan en boga, no son más que la expresión que adquiere la alienación mental producida por extenuantes ritmos de trabajo en condiciones diseñadas paradójicamente por psicólogos laborales que maximizan la salvaje superexplotación de los trabajadores. Sin embargo, de esto, nadie habla en la facultad.


Cualquier análisis que hagamos sobre la Salud y el Estado debe partir de estos hechos determinantes. Hay que derribar los muros del manicomio y ésta pelea debe estar ligada a la lucha contra el perverso “orden” social capitalista y su estado, garante de los intereses de los explotadores.

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